Una Nueva Visión del Dinero

Escapando de la creencia de creer en la necesidad del dinero.

José Lorenzo Rodriguez

Introducción

No hay duda de que el dinero es una causa de preocupación para muchas personas. La cultura popular actual está llena de referencias a cómo triunfar, cómo tener lo que quieres, cómo alcanzar tus sueños, y cada una de estas metas parece necesitar el dinero como medio de alcanzar nuestros más profundos deseos. Es así que el dinero se convierte en un fin, en lugar de un medio, pues nos olvidamos de la experiencia que queremos tener y nos enfocamos únicamente en el dinero como meta. El dinero se convierte de esta manera en un ídolo o un dios en sí mismo.

Al ser el dinero un fin en sí mismo, también se convierte en una fuente de problemas por sí solo. Por ejemplo, es bien sabido que una de las causas principales de separaciones de parejas hoy en día es el dinero. Familias se desintegran por viejos rencores relacionados con el dinero y hasta países enteros se van a la guerra por temas económicos.

Las personas con inclinaciones espirituales y los estudiantes de Un Curso de Milagros no se escapan de este problema tampoco. Muchos hemos escapado completamente o parcialmente de la tentación de ver el dinero como un objetivo en sí mismo. Sin embargo, muy pocos hemos escapado de la creencia de que obtener dinero sea necesario para satisfacer nuestras necesidades y deseos en este mundo. Algunos piensan que si se dedican al camino espiritual entonces vivirán una vida de pobreza.

También he conocido muchas personas que han querido dedicar su vida a Dios, a dar talleres, a dar terapia, pero se encuentran limitadas constantemente por capacidad económica o por las preocupaciones financieras. Visto desde una perspectiva más amplia, cada uno de nosotros nos hemos vuelto dependientes del dinero. Sin su presencia no podemos vivir ni florecer.

En el mundo de la espiritualidad parecen haber dos corrientes principales sobre cómo ver el dinero. La primera corriente, quizás más antigua, nos dice que el dinero es una fuerza maligna. En la Biblia, por ejemplo, encontramos un pasaje que dice que la raíz de todos los males es el amor al dinero. También está el famoso dicho de Jesús de que primero entraría un camello por el ojo de una aguja antes de que un rico entre al reino de los cielos.

Por otro lado, hay una corriente, muy popular hoy en día, que nos asegura que el dinero es intrínsecamente bueno. Según esta visión, nuestro objetivo es tener dinero y ser abundantes. Dios quiere que tengas todo lo que deseas. Tu abundancia y el mundo que manifiestas son reflejo de que estás con Dios y su voluntad. Hoy en día está muy de moda el tema de la manifestación, y libros como “El Secreto” nos enseñan cómo encontrar la voluntad de Dios y obtener todo lo que queramos en este mundo.

Como estudiantes de Un Curso de Milagros, deberíamos estar claros respecto a este tema si verdaderamente queremos paz en nuestras vidas y traerle paz al mundo también. ¿Qué dice el curso sobre este tema? ¿Cómo podemos escapar por completo de la ilusión del dinero y del yugo que tiene sobre nuestras vidas? ¿Cómo podemos obtener lo que realmente queremos?

El tema del dinero está intrínsecamente relacionado con el tema de las necesidades. Prácticamente no podemos hablar del dinero sin referirnos a las necesidades que queremos cubrir con él. Así que, antes de comprender cómo fue que la ilusión del dinero tuvo lugar, tenemos que comprender lo que el curso enseña sobre las necesidades. A eso nos dedicaremos los próximos días.

Primera Parte - Deshaciendo nuestra visión del dinero

Los próximos días los usaremos para mirar con honestidad el tema de las necesidades y cómo intentamos satisfacerlas. A medida que vayamos mirando con honestidad, aplicaremos correctivos para deshacer la visión actual que tenemos del dinero, de manera que la mente esté dispuesta a aceptar una nueva visión.

1. ¿Por qué tenemos necesidades?

Tal como insinuamos en la introducción, debemos tener absoluta claridad respecto al tema de las necesidades antes de adentrarnos con seguridad en el tema del dinero. Después de todo, usamos el dinero principalmente para satisfacer ciertas necesidades o deseos. Entonces, ¿qué nos dice Un Curso de Milagros sobre las necesidades que creemos tener?

Lo primero que debemos entender es la imagen que el Curso presenta sobre nuestra realidad en el Cielo. El Curso describe el Cielo no como un lugar, sino como un estado de la mente en el que hay una completa ausencia de necesidades. Encontramos esta idea, por ejemplo, en el capítulo 13:

Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. Esto es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? 1

No voy a dedicar mucho tiempo a explicar por qué en el Cielo no tenemos necesidades. Simplemente estamos tomando a Jesús en su palabra. Dios quiso que viviéramos sin ninguna necesidad. En el Cielo no había carencia alguna. Sin embargo, al venir a este mundo nos pusimos en una situación en la que las necesidades se volvieron “algo”:

En tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. El mundo en el que te encuentras es un mundo de escasez porque estás necesitado. 2

¿Cómo ocurrió esto? ¿Cómo llegamos a convertirnos en seres necesitados que pasan la vida queriendo cosas? ¿Qué hay realmente detrás de cada una de nuestras necesidades? Si examinamos el concepto de necesidad, descubrimos que toda necesidad involucra, por definición, una carencia. La carencia puede entenderse como un vacío. Ese vacío tiene que ser llenado por aquello que le falta. Así que necesitar “algo” es lo mismo que querer llenar el vacío de ese mismo algo.

Una necesidad implica carencia por definición. Conlleva el reconocimiento (…) de que estarías mejor en un estado distinto del que te encuentras. 3

El Cielo, como estado en el que no había necesidades, era por definición un estado sin carencias. Y al no existir carencia, tampoco existía la noción de que era posible estar “mejor”. ¿Cómo cambió eso?

Hasta la separación (…), nada faltaba. Esto significaba que no tenías ninguna necesidad. Si no te hubieras privado, nunca las habrías experimentado. 4

En algún momento decidimos separarnos de Dios. Esto fue más un deseo que un hecho real, pues es imposible separarse de Aquello que es todo lo que existe. Lo que hicimos fue imaginar que lo hacíamos: imaginamos que tomábamos una parte de nosotros mismos y la apartábamos del resto. Imaginamos que “sacábamos” a Dios del núcleo de nuestro ser. Por primera vez experimentamos la privación de algo que antes teníamos. Al separarnos de Dios y venir a este mundo descubrimos lo que significaba estar sin Dios. La separación nos llevó a experimentar nuestra primera carencia: la carencia de Dios Mismo.

Como dijimos antes, tener necesidades implica reconocer que podríamos estar en un estado mejor del que estamos. Es decir, toda necesidad es simplemente una motivación: representa el impulso de suplir una carencia específica. El vacío de Dios en lo más profundo de nuestro ser no solo se convirtió en nuestra primera experiencia de carencia, sino que introdujo la idea misma de comportamiento. Sin necesidades no habría razón alguna para comportarse ni actuar.

Tras la separación, las necesidades se convirtieron en la fuente más poderosa de motivación de la acción humana. Todo comportamiento está esencialmente motivado por necesidades, pero el comportamiento en sí no es un atributo divino. 5

En el Cielo, donde no había carencia, el comportamiento era innecesario porque no existía ninguna motivación para el cambio. En este mundo, sin embargo, cualquier comportamiento que exhibamos —o que veamos en otros— está motivado por necesidades específicas.

El Cielo es también un estado en el que solo existe el espíritu, sin formas ni cosas físicas, como explica el Curso. Un estado que existe dentro de la Mente de Dios. En un estado sin necesidades no había necesidad de un “medio” para expresar ningún comportamiento, pues el comportamiento mismo es motivación para suplir necesidades.

Una vez nos separamos, también necesitamos algo con lo cual pudiéramos expresar comportamiento. Algo tangible que pudiera llevarnos de un lugar a otro y con lo cual pudiéramos experimentar efecto y cambio. Ese “algo” es el cuerpo. El cuerpo es el mecanismo mediante el cual expresamos nuestro comportamiento:

El cuerpo es el mecanismo del comportamiento. Nadie se molestaría siquiera en levantarse e ir de un sitio a otro si no pensara que de algún modo estaría mejor. 6

Pero, como explicamos, el cuerpo surgió originalmente como producto del deseo de separarnos de Dios. Ese deseo requirió un símbolo que nos mantuviera separados de nuestro Creador. Por lo tanto, el símbolo de la separación es el cuerpo. Puedes pensar en el cuerpo como una barrera protectora que nos mantiene separados del resto. Esa barrera es la que cada día “prueba” que “yo soy yo” y que no puedo ser nada más.

Como cualquier símbolo, el cuerpo puede cambiar de propósito y ser usado para algo positivo. Cuando usamos el cuerpo para separarnos, parecería que tiene sus propias necesidades, y nos convertimos en esclavos de ellas. Pero si Dios fuera nuestra única necesidad, entonces nuestro comportamiento —expresado a través del cuerpo— reflejaría esa motivación también. Creer que podemos estar mejor es algo bueno, pues en última instancia nos motiva a satisfacer nuestra única necesidad real: Dios.

El hecho de que el comportamiento no sea un atributo divino no significa que sea algo malo. Ahora que hemos inventado el concepto de comportamiento, este se vuelve el mejor mecanismo que tenemos para actuar el deseo de sanar nuestra carencia:

Creer que podrías estar mejor es la razón por la que tienes a tu disposición el mecanismo del comportamiento. Por eso dice la Biblia: “Por sus obras los conoceréis”. 7

El comportamiento debe expresarse a través del cuerpo, y el cuerpo necesariamente refleja la motivación interna. Dadas las necesidades de una persona, su comportamiento seguirá esa motivación. Y porque el comportamiento sigue la motivación, “por sus obras los conoceréis”. Una persona cuya motivación es llegar a Dios tendrá un comportamiento coherente con ese deseo.

Sin embargo, la mayoría usamos el cuerpo y el comportamiento no para buscar a Dios, sino para mantener la separación. Y al hacerlo, parece que hay cientos de necesidades diferentes que satisfacer, cada una con distinta urgencia, hasta el punto de que buscar a Dios “primero” parece ingenuo o impráctico.

La famosa jerarquía de necesidades de Maslow es un excelente ejemplo de esta idea. Usualmente se entiende como que primero deben satisfacerse las necesidades fisiológicas y de seguridad, luego las de relación y, solo después, las espirituales. Sin embargo, Jesús dice que esta comprensión es completamente errónea:

Actúas según la jerarquía particular de necesidades que estableces para ti mismo. Tu jerarquía, a su vez, depende de tu percepción de lo que eres; es decir, de lo que careces. La separación de Dios es la única carencia que realmente necesitas corregir. Pero tu separación nunca hubiera ocurrido si no hubieras distorsionado tu percepción de la verdad, y así te hubieras percibido a ti mismo como carente. El concepto de cualquier tipo de jerarquía de necesidades surgió porque, habiendo cometido este error fundamental, ya te habías fragmentado en niveles con necesidades diferentes. 8

En otras palabras, toda necesidad es una distorsión de nuestra única verdadera carencia: la falta de Dios. Como resultado de la separación, nos desintegramos internamente, como si repitiéramos el proceso de separarnos de Dios una y otra vez dentro de nuestro propio ser. En cada paso nos “quitábamos” otra parte, volviéndonos más carentes. Cada nueva carencia inventaba una nueva necesidad. Nos convertimos en seres necesitados, queriéndolo todo a la vez. De ahí las voces internas que parecen pedir cosas contradictorias.

No hay solución dentro del sistema mismo: no podemos satisfacer todas las voces y necesidades a la vez. Así que tuvimos que priorizar. Una voz quiere comer ahora; otra quiere seguir en el teléfono; otra quiere salir a comer; otra teme gastar dinero. Así nació la idea de una jerarquía de necesidades: un intento de ordenar la locura interna.

Pero Jesús desafía por completo esa idea y nos recuerda que nuestra única necesidad es Dios. Es imposible carecer de lo que está en todas partes y es todo lo que existe. Cada uno es parte de ese Todo. La creencia de que podemos crear una barrera para mantener a Dios afuera nos llevó a concluir lógicamente que cada persona tiene necesidades distintas y que algunas son más importantes que otras.

La solución no es organizar mejor la pirámide: es invertirla. Si pudiéramos poner a Dios como nuestra primera y única necesidad, nuestro comportamiento se unificaría de un modo que permitiría que Dios proveyera los medios necesarios. En lugar de múltiples voces con múltiples necesidades, habría una sola voz, un solo llamado, una sola necesidad. Como dice Jesús:

La necesidad unificada produce acción unificada, porque elimina la ambivalencia. 9

El dinero, entonces, se volvería algo secundario en tu vida: simplemente un medio que aparece cuando es necesario para sostener tu propósito unificado de regresar a Dios.

Práctica

1. Durante el día

Si queremos adquirir una nueva visión del dinero y las necesidades, debemos abandonar la manera vieja de ver. Esto comienza reconociendo que nuestra perspectiva actual es aprendida, no natural.

Hoy utilizaremos la técnica de respuesta a la tentación, que tiene dos partes:

Primera parte: observación de pensamientos de carencia

A lo largo del día, observa tu mente e identifica pensamientos de necesidad. Cada vez que aparezca uno, responde lentamente, pero sin demora:

“Ahora creo que necesito ________, pero mi Ser realmente me está pidiendo a Dios.”

Por ejemplo:

“Ahora creo que necesito comer / ver televisión / un abrazo / dormir, pero mi Ser realmente me está pidiendo a Dios.”

Hazlo con los ojos cerrados, repitiendo la frase durante al menos medio minuto. Conéctate con su significado hasta sentir un pequeño cambio interno. Si aparece resistencia fuerte, detente.

No se espera que dejes de satisfacer necesidades físicas. No se trata de no comer, no dormir o no actuar. El propósito es entrenar la mente a reconocer que el cuerpo no pide nada: lo hace una motivación más profunda de regresar a tu estado natural.

2. Durante el día (alarma)

Usa el temporizador de tu teléfono y pon una alarma cada 20 minutos. Cuando suene, recuérdate:

“Dios me creó perfecto y sin carencias. Que mi mente se unifique para regresar a mi hogar.”

Escríbelo en un lugar visible. Si 20 minutos es demasiado, usa 30 o 60. No decidas de antemano: solo inténtalo. Si se te olvida de vez en cuando, está bien.

Lo importante no es repetir por repetir, sino dejar entrar el significado. No queremos un mantra mecánico: queremos que la idea permanezca viva en tu mente durante todo el día.

2. El deseo de poseer

Antes de poder explicar de dónde surge la idea del dinero, se nos hace necesario hacer un pequeño desvío para explicar el deseo de poseer. Después de todo, uno de los mayores usos que le damos al dinero es el de poseer cosas materiales y también controlar otros cuerpos que trabajen para nosotros.

No creas que al separarnos de Dios nos olvidamos por completo de Él. En lo más profundo de la mente de cada uno se encuentra un ardiente deseo de regresar a casa. Dios tampoco se olvidó de nosotros. Él nos llama constantemente con su amor y nos habla al oído durante todo el día recordándonos lo mucho que quiere que regresemos con Él.

Por un lado, nos sentimos atraídos a Dios y por otro lado Dios nos atrae como si fuese una fuerza de gravedad. El curso llama a estas dos fuerzas “la irresistible atracción hacia Dios”. Cuando pensamos en la palabra atracción, normalmente pensamos en una relación romántica. Inevitablemente nos vienen pensamientos asociados de que en toda relación hay algo de deseo, repulsión y a veces desinterés por ciertos aspectos de la otra persona. Sin embargo, en el cielo, nuestro estado natural es de atracción total hacia Dios. Es lo único que deseamos, los elementos de repulsión y desinterés no se encuentran allí. Dios es perfectamente atractivo.

En toda relación de atracción existe el deseo de pertenecer. Si no me creen, piensen en una telenovela y recuerden frases como “hazme tuya” o “serás mío”. Una familia pertenece a su propio hogar. Creemos también que los hijos le pertenecen a sus padres. La idea de poseer y ser poseído es parte de la naturaleza de este mundo. Al separarnos de Dios no perdimos ese profundo deseo de pertenecer. Deseamos pertenecer a Dios. Hay una atracción tan irresistible a Dios que naturalmente queremos que Dios nos haga suyos.

Puede sonar extraño, pero en lo más profundo de cada uno de nosotros, deseamos que Dios nos posea. No en el sentido de que un espíritu posee un cuerpo como lo vemos en las películas de terror. Sino en el sentido en que un hijo le pertenece a sus padres. Esa es la realidad en el cielo, y también en este mundo, así no nos demos cuenta. Así lo explica Jesús en el dictado original del curso:

La verdad sigue siendo que la atracción de Dios es irresistible en todos los niveles, y la aceptación de esta verdad totalmente inevitable es sólo cuestión de tiempo. Pero debes considerar si quieres esperar, porque puedes volver ahora, si lo deseas. (CE T-2.I.1)

A este mundo vinimos, no obstante, con la idea de estar separados de Dios. Así que ese impulso de atracción tan irresistible tuvo que ser suprimido. Una de las muchas maneras en que suprimimos ese impulso es evitando a Dios. Están, por ejemplo, los ateístas que niegan su existencia. También están los que creen en Él pero piensan que es alguien temible o déspota y por lo tanto indeseable. Curiosamente, también están los que quieren creer en Él, pero lo despojan de tantos atributos que termina siendo un Dios diluido. Por ejemplo, hoy en día podemos escuchar muchas corrientes espirituales hablando de Dios como una energía impersonal, el vacío, el silencio, una conciencia universal y también como un yo más elevado. Todas estas visiones son intentos de evitar el deseo de ser poseído por Dios.

Suprimir el impulso de atracción es una estrategia. Pero también tenemos otra estrategia bajo la manga: tergiversar el deseo de ser poseídos por Dios hacia el desvío del deseo de poseer en este mundo. Jesús tipifica las cuatro formas principales en que tergiversamos la atracción a Dios. Solo cubriré las dos primeras formas que son relevantes al tema del dinero que estamos cubriendo en esta ocasión.

1. El deseo de poseer cuerpos o ser poseído por ellos

Todo el que se haya enamorado en este mundo ha experimentado el deseo de poseer el cuerpo de ese ser amado. Como mencioné anteriormente, las telenovelas están llenas de frases que ponen en evidencia el deseo humano de poseer a otro o que el otro te haga suyo. Jesús tipifica este tipo de distorsión con estas palabras:

La posesión puede asociarse exclusivamente con el cuerpo. Si esto ocurre, es especialmente probable que el sexo esté contaminado. La posesión o el ser poseído pueden verse como el papel masculino o el femenino. Dado que ninguno de los dos será concebido como satisfactorio por sí solo, y ambos estarán asociados con el miedo, esta interpretación es particularmente vulnerable a la confusión psicosexual. (CE T-2.I.3)

Aquí podemos ver que los roles clásicos de hombre y mujer como pareja sexual son producto de una distorsión. El hombre quiere poseer a la mujer y la mujer quiere que el hombre la haga suya. Sin embargo, Jesús añade que ninguno de los roles es satisfactorio de por sí, así que esto da lugar a más confusión que se proyecta en el sexo.

2. El deseo de poseer cosas materiales

El segundo tipo de distorsión ocurre cuando dirigimos el deseo de posesión hacia las cosas materiales. Este es el tipo de distorsión del cual el dinero es parte:

Desde un punto de referencia bastante similar, la posesión también puede asociarse a las cosas. Esencialmente, se trata de un cambio con respecto al tipo 1 [el deseo de poseer cuerpos] y suele deberse a un miedo subyacente a asociar la posesión con las personas. En este sentido, se trata de un intento de proteger a las personas de la propia posesividad, como la superstición sobre la “protección del nombre” que mencionábamos antes. (CE T-2.I.4)

Es interesante leer allí que el deseo de poseer cosas materiales es una forma de protección. Es como si la primera distorsión a la que recurrimos es la de desear poseer otras personas. Sin embargo, esto causa miedo, quizás porque tenemos que hacerle daño a la otra persona. La solución que encontramos en nuestra confusión es la de desviar ese deseo de poseer cuerpos y convertirlo en el deseo de poseer cosas materiales. Al desviar el deseo, pensamos que estamos protegiendo a la persona cuyo cuerpo quisiéramos poseer.

¿Alguna vez te ha provocado comprarte algo costoso después de una ruptura o decepción amorosa? Por ejemplo, conozco varias personas que ahogan sus penas en las compras cuando no les va bien en el amor. La idea que se propone aquí es que este comportamiento se debe al miedo causado por el deseo de poseer a la otra persona.

Otra cosa interesante que Jesús nos dice en su explicación es que muchas relaciones de pareja se forman sobre la base del primer tipo de posesión. Pero esto no es lo que los mantiene unidos en el largo plazo. Una vez que el romance se acaba, muchas parejas se mantienen unidas al compartir el deseo de poseer cosas materiales juntos.

Interruptores de emergencia

El deseo de poseer cuerpos y cosas materiales es un intento de llenar un vacío. Como estos objetivos son relativamente fáciles de lograr, los deseos de poseer tienden a ser compulsivos. Es decir, pueden llevarnos a un estado en el que se nos hace incontrolable el comportamiento.

Superficialmente, el deseo de poseer cuerpos y poseer cosas parece ser completamente inocuo. De hecho, parecieran tener el poder de mantener a raya el miedo y el dolor.

¿Tu pareja te dejó? No importa, hay muchos peces en el mar y ¡un clavo saca otro clavo!

¿Estás triste? Vámonos de compras para que se te suba el ánimo.

Lo que no sabemos es que el miedo que estamos tratando de mantener a raya es el miedo a regresar a Dios. La tensión que se crea al no satisfacer este deseo tan profundo crece y crece con los días y hace que el vacío interno se haga más voraz. Eso puede llevarnos a que depositemos una fe aún mayor en las dos primeras distorsiones del deseo de poseer. Y mientras más fe depositemos en esas soluciones, más vacío y miedo generamos. Podríamos decir que nos estamos auto-imponiendo un régimen de inanición.

Esta hambre voraz, cuando se lleva al extremo, resulta en comportamientos altamente indeseables e incluso criminales. Aunque hay muy pocos que llegan a ese extremo, existe un miedo en la mente de cada uno a que, en lo más oscuro de nuestro ser, haya un criminal latente. ¿Alguna vez se te ha pasado por la mente algo completamente indebido? El pensamiento de que podrías llegar a hacerlo es uno de los muchos promotores del miedo.

Realmente nadie quiere verse a sí mismo como el malo de la película. Así que, en medio de la confusión, se nos ocurren ideas muy creativas para evitar llegar al extremo, con la esperanza de que eso disminuya el miedo. El curso dice que estas soluciones del ego siguen esta lógica:

Un hijo de Dios es eficiente.

Yo no soy eficiente.

Por lo tanto, no soy hijo de Dios. (CE T-2.I.16:2-5)

Eso quiere decir que las soluciones del ego para mantener el miedo a raya consisten en hacerte menos eficiente en el deseo que quieres lograr. Por ejemplo las personas que amasan mucha fortuna y que luego se van a la bancarrota, a veces varias veces a lo largo de su vida. Estas personas se conducen a sí mismas a perderlo todo como una manera de disminuir el miedo y el vacío que les genera su deseo de poseer cosas materiales. Es parecido a tener un “cortocircuito” interno que los obliga a reiniciar.

Aquí te dejo algunos ejemplos de los tipos de distorsión cuando son llevados al extremo:

Quizás habernos sumergido profundo dentro del tema de la posesión te haya ayudado a entender un poco el rol del dinero. Podemos ver que el dinero podría ser un medio para satisfacer nuestros impulsos distorsionados de poseer y que el dinero se puede convertir en el objeto mismo que deseamos poseer o que nos posea. No hay nada que haga especial al dinero bajo esta visión. Simplemente se trata de una necesidad profunda de Dios que no ha sido sanada.

Sanando el deseo de poseer

El curso nos enseña a redefinir nuestro concepto de poseer como el camino a sanar las distorsiones de las que seamos partícipes:

La corrección obvia para todos los tipos de la falacia de posesión es redefinir posesión correctamente. ²En el sentido de “tomar el control”, el concepto no existe en absoluto en la realidad divina, que es el único nivel en el que la existencia real es un término con sentido. Nadie puede ser “poseído” si no lo desea. (CE T-2.I.24:1-3)

Esto se logra por medio del milagro. Los milagros, que son expresiones de amor, están diseñados para llenar el vacío de Dios. Al saciar la verdadera necesidad, las distorsiones tienen que desaparecer. No importa qué tipo de distorsión se presente o qué tan difícil y persistente parezca ser. El milagro lo puede sanar:

Se subraya aquí que estas diferencias no afectan en absoluto al milagro, que puede curar cualquiera de ellas con igual facilidad. (CE T-2.I.21:1)

Práctica

Durante el día

Al igual que en la práctica anterior, usaremos la respuesta a la tentación y los recordatorios frecuentes.

Observa tu mente a lo largo del día. Los pensamientos que estás buscando son aquellos que te indiquen que quieres poseer o ser poseído por algo externo. Ya vimos algunos ejemplos, pero los repetiré acá:

Muchas de esas cosas son parte de “la vida normal” y no te parecerán pensamientos en absoluto. Por eso necesitas mucha vigilancia para reconocer los momentos en que piensas que quieres esas cosas. Una vez que hayas identificado el pensamiento, responde de inmediato:

“Estoy confundido/a porque pienso que poseer ________ es lo que me dará la felicidad [tranquilidad, libertad, etc.] Lo que realmente busco con esto es pertenecer a Dios.”

Igual que en la práctica anterior, cierra los ojos y di esas palabras muy lentamente, dejando que el significado que tienen entre a tu mente y te ayuden a cambiar de parecer. Cuando sientas un cambio interno, será el momento de detenerte. Si sientes resistencia, trata de continuar por unos segundos más. Si la resistencia continúa, ese también será el momento de detenerte.

Adicionalmente, configura el temporizador de tu teléfono para recordarte cada 20 minutos esta idea:

“Hoy no lucharé contra mi atracción irresistible a Dios”

3. La raíz de todos los males

En la introducción dijimos que una visión del dinero es que éste es intrínsecamente malo, la raíz de todos los males. De alguna manera tenemos grabado en el inconsciente la idea de que el dinero es causa de los tantos males que vivimos. ¿Quién no ha pensado que sin los injustos sistemas que el dinero impone tendríamos una mejor sociedad y un mejor mundo? ¿Y quién no ha pensado que el dinero tiene el poder de corromper a cualquiera? Todos tienen su precio, reza un famoso dicho.

Jesús nos dice en el curso que el dinero es un efecto de una causa anterior y que por lo tanto no se le pueden atribuir males:

El problema de la autoría, no el dinero, es la verdadera “raíz de todos los males”. El dinero es sólo uno de sus muchos reflejos, y es un ejemplo razonablemente representativo del tipo de pensamiento que surge de él. La idea de comprar y vender implica precisamente el tipo de intercambio que el espíritu no puede entender en absoluto, porque su propia oferta siempre es abundante y todas sus demandas están completamente satisfechas. (CE T-4.II.1:3-5)

La separación puede entenderse como un proceso que emprendimos con el objetivo de convertirnos en nuestros propios autores. Primero negamos a Dios como nuestro divino Autor y luego iniciamos un viaje en el que imaginamos que nos creamos a nosotros mismos. A eso el curso lo llama “el problema de la autoría”. El problema es que estamos confundidos con respecto a quién es nuestro autor.

Puedes imaginar esto como pretender que te vas de casa, te golpeas la cabeza y gracias a tu amnesia no recuerdas quién es tu padre. Sin embargo, no porque lo hayas olvidado tu padre deja de ser quien es. Una simple prueba de paternidad podría comprobar de dónde vienes.

Lo que dice Jesús es que estar confundido acerca de quién te creó es la raíz de todos los males. El dinero no lo es, puesto que el dinero es sólo un reflejo entre muchos otros del problema de autoría. Aquí Jesús está liberando al dinero de la visión antigua y prevalente de que es la causa de todo mal. Automáticamente podríamos pensar que Jesús se está aliando con la visión moderna de que el dinero es intrínsecamente bueno, tu derecho divino, la demostración de que estás haciendo la voluntad de Dios.

Sin embargo, Jesús no se alía con esa visión tampoco. Está claro en ese párrafo que Jesús categoriza el dinero como parte del problema al decir que es un concepto que surge como producto del problema de autoría. De hecho, dice que la idea que representa es lo contrario a lo que ocurre en el cielo.

Al final de este párrafo podemos ver que el cielo se describe como una condición donde siempre somos abundantes y no tenemos necesidad alguna. El lenguaje que utiliza está claramente asociado a la formulación de la ley básica de la economía de “oferta y demanda”. Si hubiese una economía en el cielo, diríamos que la oferta es siempre abundante y la demanda siempre está completamente satisfecha.

¿En qué sentido es el dinero un ejemplo representativo del problema de autoría? La separación llevó a cabo un proceso de inversión donde estamos, metafóricamente hablando, “patas arriba”. Lo que es verdad en el cielo, al estar invertidos, termina siendo lo contrario en este mundo. En el cielo la oferta es siempre abundante y la demanda está siempre satisfecha. Sin embargo, el dinero, al ser un reflejo de la idea de separación, termina ejemplificando leyes contrarias. En este mundo, la oferta es escasa y la demanda nunca está satisfecha. El dinero es esa loca idea que surge en un mundo donde la escasez reina.

La manera de deshacernos de la idea de que el dinero es la causa de los problemas, así sea sólo de unos pocos, es resolviendo internamente el problema de autoría, también llamado el problema de autoridad en el curso. Mientras creamos que hay cosas externas, o internas, que tienen el poder de causar las calamidades que vivimos, estamos confundidos con respecto a quién nos creó. Jesús enfatiza la importancia de resolver este problema lo antes posible:

Es esencial que todo este problema de autoridad sea desechado voluntariamente de una vez por todas. ²No comprendes lo importante que es esto para tu cordura. Estás completamente loco con respecto a este punto. (CE T-3.XI.1:1-3)

Curiosamente, la forma de deshacernos de este problema es reconociendo que es un problema ficticio, un problema que hemos creído que está allí pero que realmente es un espejismo. ¿Cómo podemos entender esto? Encontramos la clave en estos párrafos:

La paz es una herencia natural del Hijo. Cada uno es libre de negarse a aceptar su herencia, pero no es libre de establecer cuál es su herencia. El problema que cada uno debe decidir es la cuestión fundamental de su propia autoría. (CE T-3.X.11:1-3)

No puedes encontrar paz mientras este problema de autoridad continúe. Pero la verdad sigue siendo que no hay ningún problema al respecto. No hay nadie que no se sienta prisionero de alguna manera. Si esto ha sido el resultado de su propia voluntad libre, debe considerar su voluntad como si no fuera libre, o el razonamiento obviamente circular de su propia posición sería bastante evidente. El libre albedrío debe conducir a la libertad. (CE T-3.X.12)

El problema de autoridad puede ser reducido a una simple frase: “mi voluntad y la de Dios son distintas”. Si fuesen la misma voluntad no habría ninguna autoridad a la que oponerse y no habría tampoco problema alguno. Así que el problema es que he usado mi libre albedrío para oponerme a la voluntad de Dios. Me he opuesto a su voluntad al creer que soy el autor de mi propia realidad.

Cada uno de nosotros piensa que puede hacer de la realidad como mejor le parezca. Que podemos construir nuestra identidad como mejor nos plazca a través de nuestros actos y las historias que tejemos. Tramamos nuestra propia historia y construimos nuestra propia imagen con el paso de cada día. Tenemos un apego muy fuerte a ser los autores de nuestra propia realidad.

Si tengo problemas de dinero y la paz es mi herencia natural, eso quiere decir que estoy negando mi herencia. La evidencia de que la estoy negando está en que no tengo paz por dichos problemas o porque me siento un prisionero de las circunstancias, no el hecho de no tener dinero. Como la voluntad de Dios es mi herencia y mi herencia es la paz, eso quiere decir que he decidido vivir lo contrario a la voluntad de Dios. Por lo tanto, estoy haciendo uso de mi libre albedrío para aprisionarme a mí mismo. ¡Qué locura!

No nos damos cuenta de este razonamiento circular y demente porque, en lugar de pensar que hemos usado nuestra libertad para aprisionarnos, pensamos simplemente que nuestra voluntad no puede ser libre. Que estamos a merced de la voluntad del mundo y de otras personas.

¿Será que puedo aceptar sin reservas que otro Ser es responsable de que exista y de lo que soy? ¿Será que puedo aceptar que usé mi libertad para negar mi Creador? ¿Será que puedo usar mi libre albedrío no para aprisionarme sino para ser libre? ¿Por qué no habría de aceptar la paz, que es mi herencia?

Práctica

Durante el día

La manera de usar estas ideas en la práctica es declarando tu independencia de las cosas que parecen definir lo que eres. ¿Qué cosas de este mundo crees que te definen? ¿Qué cosas de este mundo tienen el poder de alterar tu imagen?

Hoy pasaremos el día identificando esas cosas que parecen ser nuestro autor, y declarando la independencia de ellas. Algunos ejemplos:

Mantente alerta durante el día para identificar cualquier pensamiento que parezca indicar que el mundo es tu autor y tiene la capacidad de dictar lo que eres o cómo te sientes. Lo sabrás fácilmente siempre que veas que has perdido la paz. Cada vez que identifiques un pensamiento de esta clase, responde inmediatamente con la verdad diciendo:

“Me he inventado que este(a) ________ tiene el poder de alterarme. Pero mi verdadero autor es Dios y mi herencia es Su paz.”

Por ejemplo, si te encuentras angustiado/a por una deuda o porque alguien tiene una mala opinión de ti, puedes decir:

“Me he inventado que esta deuda tiene el poder de alterarme. Pero mi verdadero autor es Dios y mi herencia es Su paz.”

“Me he inventado que esta opinión tiene el poder de alterarme. Pero mi verdadero autor es Dios y mi herencia es Su paz.”

Como de costumbre, recuerda decir las palabras muy lentamente y sintiendo su significado. No se trata de repetir como un loro, sino que te des el permiso de sentir cómo el contenido que esas palabras representan tiene el poder de disolver las ilusiones. Recuerda aplicar la respuesta a la tentación hasta que sientas un cambio interno. También te puede ayudar decirlas con una sensación de que estás declarando tu independencia de esas cosas externas.

Adicionalmente, configura el temporizador de tu teléfono para que te recuerde cada 20 minutos esta verdad. Es importante que mantengas una idea verdadera en mente a lo largo del día, de lo contrario, tu mente se perderá en las distracciones diarias y pensarás que el mundo es tu autor. Puedes usar esta frase:

“Mi valía no lo establece nada de este mundo. Mi valía fue establecida por Dios.”

4. El dinero al servicio del cuerpo y el cuerpo al servicio del dinero

Anteriormente, vimos que al separarnos de Dios creamos la primera y única carencia: la carencia de Dios. Esta carencia se fraccionó y transformó en miles de necesidades. Estas necesidades se proyectaron sobre el cuerpo y ahora parece ser el cuerpo el que carece de cosas y necesita que lo atendamos. También dijimos que el cuerpo es el símbolo de la separación. Sentir sus necesidades y trabajar por satisfacerlas es la manera de comprobar que la separación es real.

Cuando alguien te pide que le cuentes sobre ti, ¿lo que le cuentas no es la historia de tu cuerpo? El lugar y la fecha donde nació tu cuerpo, la casa donde vive tu cuerpo, la pareja con la que convive tu cuerpo, las enfermedades por las que ha pasado tu cuerpo, los países en los que ha estado. El cuerpo es el “héroe”, el protagonista, de tu película. Todo gira alrededor de él. El cuerpo lo vemos como una persona de pleno derecho.

Gracias a que estamos tan profundamente identificados con el cuerpo, es natural que queramos atenderlo en sus necesidades. Es de esperarse que queramos mimarlo, protegerlo y escucharlo. El cuerpo pide y la mente obedece al buscar lo que necesita para aplacar sus deseos. Bajo esta visión, la idea de que el cuerpo de por sí no necesita nada suena ridícula. Sin embargo, eso es lo que el curso enseña. Así está explicado en el capítulo 27:

El sueño del mundo adopta innumerables formas porque el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real. Se engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o con tiras de papel que el mundo considera reales y de gran valor. Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambiándolos por cosas que ni necesita ni quiere. Contrata a otros cuerpos para que lo protejan y para que coleccionen más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. Busca otros cuerpos especiales que puedan compartir su sueño. (T-27.VIII.2)

Lo que este párrafo quiere decir es que hemos diseñado un sistema que nos enseña una lección primordial: “que el cuerpo es causa y no efecto. Y que tú que eres su efecto, no puedes ser su causa.” (T-27.VIII.3). Recordemos que el cuerpo solo empezó a ser parte de nuestra experiencia luego de que decidimos separarnos de Dios. El cuerpo es un efecto de la mente y nunca ha dejado de serlo. La verdad de esa idea se encuentra guardada en nuestro ser y constantemente sale a flote, aunque no la tomamos muy seriamente.

Por ejemplo, cuando oímos que alguien juzga a otro por su apariencia física pensamos que es una persona superficial. Intuitivamente sabemos que lo que está por dentro es lo valioso. Cuando oímos que tratan a otros como si fueran objetos también nos indignamos, porque entendemos que la dignidad tiene que estar dirigida a lo interno. Nos inspiran historias de personas que superaron su limitaciones físicas gracias a su fuerza de voluntad porque internamente sabemos que el cuerpo es como una prisión y que la mente quiere ser libre.

La única manera de que la verdad se haya mantenido oculta por tanto tiempo es a través de un sistema que nos enseñe y nos refuerce la idea de que el cuerpo es causa y la mente es su efecto. ¿Cuál es el sistema que hemos diseñando para enseñarnos esta lección?

El sistema que nos enseña que somos un cuerpo empieza con la idea de que el cuerpo tiene sus impulsos y necesidades. Un ejemplo sería sentir frío, un impulso que nos indica que el cuerpo requiere de ropa y otros accesorios. Para poder procurar esas cosas, necesitamos dinero y para tener dinero hay que trabajar duro. Esforzamos el cuerpo por tiras de papel, discos de metal y números en la pantalla de un banco. Nos inventamos un sinnúmero de actividades vacías para obtener esas tiras de papel. ¿Pero nos detenemos cuando la necesidad está satisfecha?

En lugar de simplemente satisfacer una necesidad puntual, terminamos despilfarrando el dinero en cosas que no queremos ni necesitamos. ¿Quién no se identifica con esto? ¿Quién no ha despilfarrado el dinero en cosas que jamas utilizó? ¿Quién no ha comprado cosas que realmente no necesita? Trabajamos duro para obtener algo que luego vamos a desechar. ¿Qué sentido puede tener esto?

Sin embargo, este sistema tiene tanto sentido para nosotros que utilizamos las mismas tiras de papel y discos de metal para contratar a otros cuerpos que hagan el trabajo por nosotros. Su trabajo es recolectar “más cosas sin sentido” para uno mismo. También nos buscamos a esa persona especial con quien compartir la ilusión de obtener más dinero que se pueda despilfarrar en más cosas innecesarias. Poseer por poseer es uno de los eslóganes del ego. Como todo lo que proviene del ego, termina siendo un razonamiento circular. El dinero se pone al servicio del cuerpo y el cuerpo al servicio del dinero. La mente se mantiene como la víctima de este ciclo.

Jesus tienen un buen sentido de la ironía. Cuando se ve bajo esta luz, el sistema entero causa risa por lo absurdo y sin sentido que es. ¿Puedes ver lo absurdo de todo esto tú también?

Muchos se han atrevido a señalar lo absurdo del sistema. Por ejemplo en el 2008, como producto de una crisis financiera, surgió el movimiento “Occupy” como una manera de protesta en contra de las injusticias financieras. También existen movimientos anti-consumo que señalan lo absurdo y peligroso de centrar la sociedad alrededor de la idea de un constante consumo de bienes y compra de productos. Estos y muchos otros grupos similares protestan el sistema puesto que pueden ver los efectos perniciosos que causan en las personas y el medio ambiente. Sin embargo, ningún grupo señal que el verdadero problema es que pensamos incorrectamente que el cuerpo manda solo.

En este mundo esos problemas los vemos como algo muy serio. Pensamos que el dinero es simplemente un hecho con el cual hay que vivir porque el cuerpo necesita cosas. No hay duda de que hemos aprendido muy bien la lección central que este sistema nos quiere enseñar: el cuerpo es causa y no efecto.

Para que un sistema tan absurdo no se salga inmediatamente de control, creamos normas y leyes que obedecer. El curso nos asegura que, aunque nos sentimos atados a estas leyes, sentiremos una profunda liberación cuando nos demos cuenta que realmente no son leyes, sino parte de una locura. Esto lo dice en la lección 76 del Libro de Ejercicios:

Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven. Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. (…)

La demencia es la que piensa estas cosas. Tú las llamas leyes y las anotas bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las “leyes” de la medicina, de la economía y de la salud. (…)

Eso no son leyes, sino locura. (L-76)

Ejemplos de estas leyes hay muchos. Está por ejemplo la idea de que hay que ganarse la vida. En el anexo de psicoterapia del curso nos dice que tenemos la creencia “de que existen fuerzas que se deben vencer para que uno pueda incluso estar vivo” (P-2.V.1) Pensamos que la vida debe suponer un esfuerzo para que tenga lugar.

Otra ley fundamental es la ley de la oferta y la demanda. En este mundo la oferta es siempre limitada y se dice que las necesidades son infinitas. Bajo las leyes del mundo pensamos que no es nuestro derecho natural otorgado por Dios, sino que es un privilegio que tenemos que ganarnos a la fuerza. Como la oferta es limitada pensamos que estamos en competencia con los demás y que nos arrebatan lo que procuramos para vivir.

Jesus nos recuerda, no obstante, que esta ley es una locura y que al liberarnos de ella sentiremos un profundo alivio. Hagamos entonces lo que nos propone. Cierra los ojos unos minutos y dedícalos a pensar en cómo te sentirías si en verdad pudieses reconocer que no estas atado a las leyes de la economía. Piensa en cómo te sentirías si no tienes que hacer esfuerzo alguno para ganarte la vida. Piensa en cómo sería tu vida si pudieras reconocer que todas esas leyes que parecen atarte son una locura y que sólo las leyes de Dios te gobiernan. Observa bien cómo te sentirías. ¿No es ese un objetivo que quisieras alcanzar? ¿No pondrías tu cuerpo al servicio de esta meta?

Práctica

Ya vimos que tenemos la tendencia a centrar nuestra vida en complacer el cuerpo y poner todos nuestras esfuerzos en la acumulación de cosas que puedan complacerlo. Necesitamos centrar la mente desde temprano en el día para que el objetivo sea otro. Hoy introduciremos un elemento adicional a nuestra práctica con este objetivo. Nos dedicaremos a empezar el día bien.

En la mañana

Dedica unos 15 minutos en la mañana a la siguiente práctica.

  1. Cierra tus ojos y determina tu mente a mirar con honestidad y sin engaños

  2. Busca las creencias que tienes sobre las leyes de este mundo que tienes que obedecer. Por ejemplo “si no como me muero”, “si no gano dinero me pueden echar”, “si no me tomo los medicamentos se me empeora la enfermedad”, etc.

  3. Para cada creencia observa como esa ley te hace sentir, especialmente si te imaginas violando la ley.

  4. Deshazte de cada creencia con estas palabras, dichas lentamente y con la confianza plena de que surtirán efecto:

“Creo que ____________, pero eso no es cierto. A mi sólo me gobiernan las leyes de Dios”

Por ejemplo:

Creo que moriría de hambre si no tengo dinero, pero eso no es cierto. A mi sólo me gobiernan las leyes de Dios

Si estás haciendo los ejercicios bien, tu mente llegará naturalmente a un estado de silencio en el que no encontrarás más creencias y te hallarás en paz. Dedica el resto del tiempo a permanecer en ese estado y recordarte a ti misma que ese es el estado en el que deseas permanecer el resto del día.

Durante el día

Como el sistema en el que estamos viviendo lo hemos aceptado como algo normal por tantos años, es entendible que con una meditación en la mañana no vaya a desaparecer de inmediato. Para eso requerimos de una práctica constante que nos ofrezca una alternativa más cuerda.

A lo largo del día mantente alerta a cualquier pensamiento que te diga que tienes que estar al servicio del cuerpo, o que el cuerpo tiene que estar al servicio del dinero. Pueden ser por ejemplo pensamientos de ansiedad sobre tu trabajo, o pensamientos de que quieres complacer al cuerpo con algún capricho. Mantente especialmente alerta a los pensamientos que tienes en relación a las compras o metas que quieras alcanzar.

Siempre que te atrapes teniendo un pensamiento que tenga como objetivo complacer el cuerpo o alcanzar objetivos que estén al servicio del cuerpo, responde inmediatamente con la verdad:

“Esto que creo que necesito no es lo que me hará feliz. Me aquietaré para escuchar la alternativa que Dios me ofrece”

Recuerda siempre que las palabras deben decirse muy lentamente y buscando el significado que ellas traen. Por ejemplo, si dices “me aquietaré para escuchar”, haz exactamente eso.

Adicionalmente, configura el temporizador de tu teléfono para recordarte cada 20 minutos y mantener tu objetivo en mente durante todo el día:

Hoy no perderé el tiempo tratando de probarme a mi mismo que el cuerpo me ordena.

5. Deseamos lo que nos hace daño

En un sistema donde la oferta es limitada y las necesidades infinitas, sería racional comprar únicamente lo que necesitamos y que nos ayuden a estar mejor. Curiosamente, hacemos todo lo contrario. El curso está lleno de frases que hacen referencia a nuestra tendencia a comprar cosas que no necesitamos y que en realidad nos están haciendo daño. No sólo estamos viviendo una locura, sino que en nuestra locura nos estamos hiriendo a nosotros mismos a través de las cosas que creemos desear y que obtenemos.

Una de las citas más prominentes donde vemos esta idea es en el capítulo 13 donde Jesús nos dice cómo luce el mundo real:

En [el mundo real] no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias 10

Aquí nos dice nuevamente que el dinero lo usamos para cubrir necesidades imaginarias y también para satisfacer caprichos innecesarios. Como vimos anteriormente en la cita del capítulo 27, no sólo compramos cosas que no necesitamos, sino que despilfarramos los billetes “intercambiándolos por cosas que ni necesitas ni quieres” 11.

Por ejemplo, mientras escribo estas lineas poso mi mirada sobre una maceta que compre hace meses. No tiene ninguna planta porque no tenía ninguna para poner allí. Claramente compre algo que no necesitaba ni quería. Si realmente la quisiera, le habría sembrado una planta allí también.

En cierta ocasión, Jesus le dijo a Helen que ella había despilfarrado más dinero del que su esposo jamás había tenido en toda su vida. Helen era conocida por su amor a las compras. En esta frase Jesús le esta diciendo que todas sus compras equivalen a haber despilfarrado tanto dinero que ni su esposo había podido acumularlo a lo largo de su vida.

Esto puede parecer trivial. ¿Qué hay de malo en esto? ¿Quién no disfruta irse de compras, encontrar algo interesante y bonito y llevárselo a casa? Parece un proceso inocuo, especialmente si tienes el dinero para costearte uno que otro capricho. Sin embargo, el curso nos enseña que realmente estamos pidiendo lo que nos hace daño.

Por ejemplo en la lección 133 del Libro de Ejercicios nos dice:

Cuando dejas que tu mente se ocupe de asuntos corporales, de las cosas que tienes que comprar y de lo que es eminente de acuerdo con los valores del mundo, estás invitando al pesar, no a la felicidad. 12

Deténte unos momentos y lee con atención la cita anterior. No dejes que su profundidad se te escape. ¿Quién hubiese pensado que dejar que tu mente se ocupe de las cosas que tienes que comprar es invitar al pesar? Por el contrario, pensamos que si no nos ocupamos de esas cosas el pesar vendrá a nosotros más pronto que tarde.

La razón de esto nos lleva de vuelta a la primera lección de este taller. La primera y única carencia que tenemos es la carencia de Dios. Estamos convencidos de que tenemos un agujero por dentro que tiene que ser rellenado con cosas externas. Pero ese agujero no está allí realmente, y no puede ser rellenado con cosas de afuera. Cuando intentamos llenar ese vacío con el exterior, estamos realmente haciendo la sensación de vacío aún más grande, estamos invitando al pesar, no a la felicidad.

Cuando queremos cosas externas realmente estamos pidiendo lo que no tiene valor. Lo único que tiene valor real es el amor. En la lección 133 también encontramos esta línea:

si eliges algo que no ha de durar para siempre, lo que estás eligiendo carece de valor 13

El tema de las compras no es, entonces, un tema tan trivial. En lugar de ser un acto en esencia inocuo, es algo que estamos haciendo que nos traerá pesar. En lugar de llenarnos de una sensación de riqueza, no hace sentirnos rodeados de lo que no tiene valor.

Si estamos escogiendo lo que no tiene valor ¿cómo reconocemos que es así y empezamos a escoger lo que sí tiene valor? El curso contiene una enseñanza muy práctica al respecto. Para empezar a practicar lo que nos enseña, tenemos que familiarizarnos con dos principios:

  1. Que a pesar de que parezcan haber millones de alternativas entre las cuales escoger en este mundo, realmente sólo hay dos alternativas posibles.

  2. Que a pesar de las apariencias, sólo una de las alternativas te da todo y la otra no te da nada. Una te trae alegría la otra te trae pesar.

Armados con estos dos principios podemos ahora explorar las técnicas que el curso nos da para distinguir entre las únicas dos alternativas. Los cuatro criterios

Jesús nos da cuatro criterios que podemos utilizar para saber si estamos eligiendo algo que nos traerá dolor.

1. Si eliges algo que no ha de durar para siempre, lo que estás eligiendo carece de valor

El curso enseña que sólo lo eterno es real. A pesar de que creemos que nuestra vida está limitada al cuerpo, nuestra alma vivirá depures de que el cuerpo no esté. Tu ser perdurará más allá de lo que dure este planeta, las estrella e incluso el universo físico entero. Si hay algo que no seguirá existiendo igual que tú, entonces no puede tener un valor real.

Este criterio parece englobar demasiadas cosas, de hecho. es difícil pensar en excepciones. Pero incluso en este mundo las excepciones existen. Solo hay que pensar en el propósito que se les asignan a las cosas. Por ejemplo, puedes comprar una casa. La casa no perdurará para siempre, pero si la casa tiene el propósito de proveer un lugar de unión donde se formen relaciones santas, entonces el propósito de la casa no es perecedero.

2. Si eliges quitarle algo a alguien, te quedas sin nada

Cuando tratas de obtener algo a través de privar a alguien de ello, puedes tener total seguridad de que eso que quieres no es nada. No tiene valor. La razón subyacente es que todo lo que le negamos a los demás, inconscientemente, nos lo negamos a nosotros mismos. Puede que terminemos haciéndonos con aquello que deseamos quitarle a otro, pero al mismo tiempo estaremos negándolo para nosotros mismos y eso hará que cualquier alegría resulte efímera o imposible.

3. ¿Por qué razón tiene valor para ti lo que eliges? ¿Qué propósito tiene?

Hay que responder con mucha honestidad estas preguntas. ¿Estás tratando de satisfacer los intereses de tu ego a expensas de los intereses de los demás? Jesús dice que es muy fácil engañarse a sí mismo respondiendo estas preguntas. No creas que eres inmune a tu auto-engaño.

Lo que hacemos normalmente es mentirnos a nosotros mismos sobre la razón por la que queremos algo. Al rededor de nuestras intenciones egoístas ponemos una razón heroica y noble. A veces también lo justificamos con una historia de victimismo y merecimiento. Otras veces decimos que sólo estamos dando una justa lección a los demás. Parece haber un millón de maneras diferentes de justificar el egoísmo, pero normalmente se forman en dos niveles:

El primer nivel es simplemente una máscara de inocencia. Nos ponemos la máscara porque por dentro nos sentimos culpables. Nos ponemos a la defensiva cuando alguien quiere desenmascararnos.

Por suerte, ambos niveles son un auto-engaño. No es cierto que queremos cosas por razones puras y tampoco es cierto que hemos ganado a expensas de otros. Recordemos el segundo principio. O ganamos todo o no ganamos nada. Al creer que podemos ganar a expensas de otro, no estamos ganando nada. La fortuna que ganamos estafando a la familia no era una fortuna después de todo. No era nada.

4. Si sientes el más mínimo vestigio de culpa con respecto a lo que has elegido

Si tus razones son puras, ¿por qué sientes culpa? Sentir culpa es la prueba de que estás escogiendo algo que no tiene valor. Si estás defendiendo tu inocencia, entonces es simplemente una máscara.

Este es el último criterio a aplicar. Si sientes el más mínimo vestigio de culpa con respecto a lo que decides, entonces estás apoyando los objetivos del ego y estas escogiendo lo que te hace daño.

Imagínate poder comprar y tener cosas y no sentir ninguna culpa por ello. Es posible si dejas de escoger lo que no tiene valor. En cada decisión en la que no estés seguro sobre qué escoger, asegúrate de aplicar estos cuatro criterios. Probablemente cambiarás de parecer con respecto al objetivo que quieres alcanzar.

Ejercicio

Cuando tengas unos minutos en el día para hacer este ejercicio, busca papel y lápiz para poder anotar, dibuja una tabla como la que se muestra de ejemplo aquí abajo y dedica varios minutos a escribir tantas cosas como te vengan a la mente que quisieras lograr, alcanzar u obtener.

Para cada deseo dedica varios instantes a responder con mucha honestidad los cuatro criterios. La honestidad es la clave en este ejercicio, especialmente en el último criterio. La culpa muchas veces se encubre bajo otros nombres. Si sientes el más leve vestigio de culpa con respecto a tu deseo, así te parezca que lo que quieres está justificado y es lo que te mereces, responde sí a esa pregunta.

Una vez que hayas llenado tus deseos y respondido a los cuatro criterios, decide si el objetivo que estás persiguiendo es del ego y por lo tanto un objetivo que te hará daño. Luego puedes decirle a Dios:

“Yo realmente no quiero lo que me hará daño. Muéstrame qué objetivos tengo que alcanzar”

La práctica de hoy

En la mañana

Dedicaremos nuevamente 15 minutos en la mañana a practicar las ideas que estamos aprendiendo hoy. El objetivo es pasar la mayor parte de esos quince minutos en silencio mental y en conexión con Dios. Lo haremos usando esta técnica:

  1. Cierra los ojos y recuérdate a ti misma que quieres hacer este ejercicio y que los beneficios que te traerán son algo que realmente deseas.

  2. Deja que a tu mente vengan pensamientos. Algunos serán del pasado, otros de problemas que quieres resolver o cosas que tienes que hacer en el día.

  3. Enfrenta cada pensamiento diciendo con calma pero con mucha firmeza: “este no es el objetivo que quiero perseguir ahora, mi objetivo es la paz”

  4. Repite hasta que te encuentres en un estado de silencio y paz.

Durante el día

A lo largo del día observa tu mente. Estarás en búsqueda de pensamientos que te digan que deseas algo. Puede ser un objetivo material o inmaterial. Trata de revisar mentalmente si ese objetivo persigue algo realmente valioso aplicando los cuatro criterios. Si te descubres deseando algo que no tiene valor di para ti misma:

“Hoy no le daré valor a lo que no lo tiene”

Usa el temporizador de tu teléfono para recordarte al menos cada 20 minutos que hoy no desearás lo que te hace daño. Recuerda esta frase y dila lentamente, para que las palabras cobren sentido en tu mente:

“Hoy no me haré daño a mi misma dándole valor a lo que no lo tiene”

Una Nueva Visión del Dinero - 900 Citas

Citas

“El Curso describe el Cielo no como un lugar, sino como un

estado de la mente en el que hay una completa ausencia de necesidades.” (C101)


  1. Your Father knoweth that you have need of nothing. In Heaven this is so, for what could you need in eternity? (CE T-13.VIII.1:1-2)

    ↩︎
  2. In your world you do need things, because it is a world of scarcity, in which you find yourself because you are lacking. (CE T-13.VIII.1:3)

    ↩︎
  3. A need implies lack by definition. It involves the recognition, conscious or unconscious (and at times, fortunately, superconscious), that you would be better off in a state which is somehow different from the one you are in. (CE T-1.48.20:1-220:1-2)

    ↩︎
  4. Until the separation (…), nothing was lacking. This meant that you had no needs at all. If you had not deprived yourself, you would never have experienced them. (CE T-1.48.20:3-5)

    ↩︎
  5. After the separation, needs became the most powerful source of motivation for human action. All behavior is essentially motivated by needs, but behavior itself is not a divine attribute. (CE T-1.48.20-21)

    ↩︎
  6. The body is the mechanism for behavior. Nobody would bother even to get up and go from one place to another if he did not think he would somehow be better off. (CE T-1.48.21:3-4)

    ↩︎
  7. Believing that you could be “better off” is the reason why you have the mechanism for behavior at your disposal. That is why the Bible says, “By their deeds ye shall know them.” (CE T-1.48.21:5-6)

    ↩︎
  8. You act according to the particular hierarchy of needs you establish for yourself. Your hierarchy, in turn, depends on your perception of what you are; that is, what you lack. This establishes your own rules for what you need to know. Separation from God is the only lack you really need to correct. But your separation would never have occurred if you had not distorted you perception of truth, and thus perceived yourself as lacking. The concept of any sort of need hierarchy arose because, having made this fundamental error, you had already fragmented yourself into levels with different needs. (CE T-1.48.22:1-6)

    ↩︎
  9. Unified need produces unified action, because it produces lack of ambivalence. (CE T-1.48.23:2)

    ↩︎
  10. [In the real world] There are no stores where people buy an endless list of things they do not need. (CE T-13.VII.1:4)

    ↩︎
  11. “things, and tosses them away for senseless things it does not need and does not even want.” (CE T-27.X.2:3)

    ↩︎
  12. When you let your mind be drawn to bodily concerns, to things you buy, to eminence as valued by the world, you ask for sorrow, not for happiness. (CE W-133.2:1-2)

    ↩︎
  13. if you choose a thing that will not last forever, what you choose is valueless. (CE W-133.6:1)

    ↩︎